VENEZOLANO

EL próximo 26 de septiembre estaremos eligiendo los miembros de la nueva Asamblea Nacional. Creemos que es una ocasión histórica que no podemos dejar pasar. Al votar, estaremos devolviendole a la Asamblea Nacional el carácter plural que necesita para legislar a favor de la Venezuela que todos queremos: Una patria donde quepamos todos.

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RESPONSABILIDAD CONTIGO MISMO Y CON TU PAIS...

lunes, 31 de mayo de 2010

Paisanos somos todos

Queridos paisanos:

Llegando de la primera sesión del taller de dialogadores y promotores de Iniciativa Democrática y con el recuerdo fresco de nuestra convivencia cuando, roto el corazón por una perdida más, no encontré la forma de decirles lo que tenía tantas ganas de decir; me siento urgido de compartirles algunas reflexiones surgidas en la emoción esperanzadora del descubrimiento del otro. Del renacimiento. Reflexiones que me acercan al GRUPO PAIS y movilizan la necesidad de convivir con ustedes la construcción del País que queremos.
Hemos hablado bastante de nuestro interés en Venezuela, hemos manejado términos como Patria, País, Hogar, Comunidad y otros que se reducen básicamente a lo mismo: Tenemos un País cuya crisis fundamental está íntimamente asociada a la pérdida de valores fundamentales; al hecho claro y concreto de haber permitido que, por las razones que sea, nos hayan robado un pedazo grande de la patria que acoge nuestros dolores y alegrías, nuestros triunfos y fracasos, nuestros hijos y nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros amores, nuestros amigos y nuestros muertos. Una patria no es un pedazo de tierra con límites geográficos. Una patria es un pedazo de hogar suficientemente grande como para sentirnos cómodos en cualquiera de sus rincones. Eso no sucede más, pero será tarea nuestra, como lo es de todos los venezolanos de bien, rescatar el almohadón en que posemos la tranquilidad del futuro.
Entonces me permito divagar sobre lo que somos. Pensar, primero, en la felicidad de tener un espacio donde, como una vez nos dijo Mireya, si no logramos mayor cosa, sabremos que hemos logrado defender, desde nuestras trincheras personales y pequeñitas, un poco de democracia, en el ejercicio diario de nuestro paisanismo. Pero, me asaltan las ganas de preguntas aparentemente triviales, cuyas respuestas damos por buenas y son, o deben ser, la base de lo que hacemos y lo que somos, en tiempos de misión y visión: ¿Queremos realmente hacerlo?
¿Estamos suficientemente convencidos de que reconstruir la Patria, requiere la reconstrucción de un sentimiento lleno de mil emociones? ¿Sabemos que el camino es largo, empedrado y, en algunas ocasiones, infructuosamente esperanzador? ¿Estamos realmente dispuestos a enterrar paradigmas?
Quienes me conocen más, saben que estas preguntas me atormentan. El primero en no estar seguro de sus respuestas soy yo mismo. Para ser coherente, a veces me parece que nada vale la pena, porque muchas veces siento que perdí la fe en mis pares. Por eso, estos encuentros con otros, que han pasado por situaciones semejantes y tienen tanto miedo al futuro como yo, mueven lo más íntimo de mí. Por eso me doy cuenta, en cada ocasión que puedo, que no es alimentando la frustración, quejándome sin resultados, alimentando la intolerancia y permitiendo que mi emocionalidad continúe en estado de coma, como voy a salvar mi gentilicio. Pero, me pregunto (aun cuando conozca las respuestas) ¿Estamos absolutamente seguros de saber que a Venezuela, si no la salvamos todos, no se salva?




Son tiempos de reflexión en que las alternativas son tan diversas que abruman. Desde dar la vida por mi país, (cosa en la que no creo de ningún modo) hasta hacer maletas y buscarme la vida en cualquier otro lugar menos convulsionado porque después de todo “soy ciudadano del mundo” o, abstenerme de participar porque para eso “ya hay mucha gente pensando por mí y no veo lideres que me indiquen el camino”, o embraguetarme con el día a día, rojo y peligroso y luchar por el cambio. ¿En cual alternativa estamos parados? ¿Cuál es la formación que tenemos y que queremos tener para decidirnos por alguna? Pero, sobre todo y con importancia mayúscula: ¿Cuál es la alternativa que me mueve más? ¿Cuál estoy dispuesto, no sólo a asumir, sino a convertir en una causa que me quite horas de sueno y de tranquilidad? ¿Cuál voy a combatir a despecho de cualquier circunstancia?
Hoy discutimos todo el día la visión del país que queremos, desde la emoción y el sentimiento; mañana discutiremos maneras de enriquecer esa visión desde ángulos mas distanciados del romanticismo de los sentimientos. Más tarde, seguramente, produciremos una visión grupal, construida por seres disímiles, de vidas diferentes, problemas particulares y visiones que se alejan pero se reencuentran en una sola palabra: Libertad. Sabemos que la libertad no se decreta, se construye. Y coincidimos con ese grupo, porque somos grupo y creemos en la discusión, la pluralidad y la diversidad y la practicamos mansamente cada vez que tenemos chance para ello. Pero, por encima de todo, porque somos País y queremos seguir siéndolo.
Habrá que decidir si tomamos acciones concretas; tendremos que conversar sobre acercamientos a agrupaciones similares, a movimientos políticos. Tendremos que plantearnos un trabajo que busque cumplir con un enunciado que suscribo: el trabajo político como herramienta para la construcción de un País que ofrezca recursos para proteger a sus ciudadanos de la indignidad, la pobreza y la exclusión.
Tenemos el mandato cívico, impuesto por nosotros mismos, de contribuir. Estamos ante la maravillosa oportunidad de prepararnos para encontrarnos con otros.
Estoy convencido de que lo haremos y me siento orgulloso de poder decirlo. Pero, es menester concienciar nuestras carencias, nuestra falta de información, nuestro radicalismo, nuestra necesidad de formación, nuestros pesares, nuestros sueños y nuestros deseos reales.

Es la tarea más hermosa y más difícil que me he propuesto en muchos años. Se que para eso estamos, y la cercanía de ustedes me alienta a seguir.
Son tiempos de profunda reflexión y de calle. Son tiempos de dicotomías, son tiempos de guerra de ideas. Pero se que vamos por el camino correcto.
Los invito a reflexionar una vez y otra y otra. Los invito a construir País, pero primero los invito a construir Patria. Desde nuestro grupo, desde nuestra mesa, desde nuestro corazón.

Desde la emoción del conocimiento nuevo, descubro que el miedo puede producir luces multicolores que alumbren el momento en que hablemos alto y duro, suficientes veces, suficiente gente.

Con todo mi amor,

Juan Carlos Liendo

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